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LAS DEFENSAS

Los miembros de la familia de los Suidos, como el jabalí y el facoquero, se caracterizan por estar dotados de unos largos caninos que emplean eficazmente como defensas frente a adversarios y depredadores. Sin embargo la forma de estos caninos puede variar según la especie.

El jabalí es notable por el desarrollo grande de sus caninos inferiores, sobre todo en los machos, que crecen continuamente hacia arriba y hacia fuera. Los caninos superiores, más pequeños, frotan constantemente con los inferiores de manera que éstos permanecen siempre muy afilados.
Obsérvense los caninos de este soberbio ejemplar: los inferiores (llamados "cuchillos" o "navajas") más desarrollados que los superiores ("amoladeras").

En el facoquero o "jabalí verrugoso de África" ocurre al revés: los caninos más desarrollados son los superiores, que a veces alcanzan tamaños espectaculares, mientras los inferiores lo están menos.
Caninos de Phacochoerus africanus

Pero por formidables que parezcan, los caninos superiores del facoquero no resultan tan letales como los inferiores, sin dejar de ser peligrosos, pues éstos, aunque más pequeños y menos llamativos, son más agudos y afilados, armas terribles con las que llegan a causar heridas graves.
Es fundamental entender que en los jabalíes y todos sus parientes (potamoceros, facoceros, hiloceros) los que importan son siempre los caninos inferiores, porque son ellos los realmente letales. Poco importa cuánto grandes sean los caninos superiores, muy desarrollados en algunos suidos afrotropicales, pues su función es básicamente la de servir de "amoladera" (llámese así a la piedra que se utiliza para afilar los cuchillos) a los caninos inferiores (que son aquí "los cuchillos"), ellos son los que realmentente importan. Cada vez que el animal abre y cierra su boca, el canino inferior frota con el superior y así se va afilando, mediante ese engranaje constante, tanto en la punta como en los bordes, haciendo de estos caninos armas temibles.
Generalmente los caninos inferiores, o colmillos, no suelen ser muy impresionantes, salvo en algunos ejemplares de jabalíes (no es raro que en los machos adultos de jabalí barbudo, por ejemplo, esos caninos alcancen los 25 cm), pero al estar tan afilados pueden infligir heridas muy severas, habitualmente laceraciones. Un ejemplo de esto lo ilustran los colmillos del potamocero Potamochoerus larvatus, que son muy cortos pero también extremadamente agudos, y por ello peligrosos.
El mismo facoquero presenta unos colmillos bastante cortos en comparación con los caninos superiores, pero si nos fijamos bien, mientras estos últimos, muy largos y curvados, se ven incluso algo romos, los caninos inferiores, rectos o poco curvados, están en cambio afilados como navajas. No son pocos los leopardos que han sufrido terribles laceraciones por las excelentes defensas de un facoquero.
En la imagen de arriba, un leopardo con importantes laceraciones en cara y cuello, causadas probablemente por los colmillos de un facoquero al que abatió (foto James Tyrrell, reserva privada Londolozi)

LAS LACERACIONES
Se calcula que el 75 % de las heridas que hace un jabalí cuando ataca con sus colmillos (caninos inferiores) son laceraciones. Una laceración es una abertura en la piel, un corte en los tejidos blandos del cuerpo.
Las laceraciones longitudinales en ataques de jabalí pueden tener hasta 20 cm de largo con profundidades comparables o superiores a las heridas punzantes. Los bordes de esas laceraciones/punciones se describen como irregulares o con un corte no limpio. Los jabalíes cortan con sus colmillos hacia arriba.
Las heridas por ataque de jabalí o similar (facoquero, etc) son muy susceptibles de infectarse.
En el caso de las personas, las lesiones sufridas por jabalí suelen limitarse a las extremidades inferiores, frecuentemente la parte posterior del muslo. En cuanto a la gravedad de las heridas, es bastante variable, pero en un estudio que se hizo de 412 ataques de jabalí a humanos ocurridos en el mundo (la gran mayoría en el hemisferio norte), entre los años 1825 y 2012 (el 70% de los ataques entre los años 2007 y 2012), las lesiones fueron consideradas graves en el 63 % de los casos, si bien la mortalidad, generalmente por exanguinación, fue bastante baja.
Los ataques de jabalíes a personas son muy raros. En el estudio mencionado antes, los países donde más incidentes se observaron fueron, por este orden, EEUU (Texas, Florida y Carolina del Sur) e India (19 % de los ataques estudiados); en Norteamérica el jabalí no es un animal nativo sino introducido por el ser humano.

LOS ENEMIGOS DEL JABALÍ
Con sus magníficas defensas y su gran poderío físico, pocos, muy pocos animales osan atreverse a atacar a un jabalí adulto. Sin embargo el valeroso jabalí tiene una amplia distribución geográfica (Eurasia) que le pone en contacto con grandes depredadores carnívoros que pueden darle caza, generalmente a individuos jóvenes pero en ocasiones también a lo adultos. Con todo, el jabalí jamás se dejará devorar sin presentar antes batalla, y luchará encarnizadamente para poder sobrevivir; en esos combates puede hacer huir a su adversario o incluso infligirle heridas graves.

En Europa y Rusia los peligros potenciales los constituyen el lobo, el oso pardo y en bastante menor medida el lince boreal (Lynx lynx, más grande y fuerte que nuestro lince ibérico, que jamás ataca al jabalí). En Asia, los depredadores son el cuón (una epecie de perro grande salvaje que caza siempre en grandes grupos), el tigre, el leopardo, y a veces los cocodrilos (el cocodrilo palustre y el cocodrilo de los estuarios, que ocasionalmente atacan a los jabalíes que acuden al agua). De todos ellos, probablemente el tigre es el más poderoso depredador del jabalí
En la imagen de arriba, tigresa adulta atacando a un gran jabalí indio que se defiende bravíamente; las imágenes corresponden a un vídeo grabado por un turista en Tadoba National Reserve.

Aunque no sean enemigos naturales, cabe mencionar que en el transcurso de las habituales batidas contra el jabalí que llevan a cabo los cazadores, muchas veces el cerdo salvaje se las tiene que ver con los perros que lo persiguen y acosan hasta el infinito. En noviembre de 2016, en Montejurra (Navarra), un ejemplar de más de 140 kg de peso (por encima del peso medio en España) se defendió bravíamente de la jauría que lo atacaba, logrando matar a uno de los perros, y causando heridas a otros cinco; el gran animal fue abatido por un cazador.
El jabalí es un animal fuerte, y aunque su deseo es sólo vivir tranquilo, puede llegar a transformarse frente a un enemigo en un feroz adversario.

EL CORAJE DEL JABALÍ
No me cansaré de decir que el jabalí, lo mismo que algunos de sus parientes como el facocero y el hilocero, es un animal intrépido y valiente, que luchará hasta el final para defender su vida.
Seguidamente una secuencia de cuatro fotos que muestra a dos perros grandes acosando a un jabalí adulto. El cerdo salvaje hace una carga contra los canes y finalmente acaba imponiendo su poderío:
Fotos tomadas en las proximidades del pantano de Vallvidrera, PN. de Collserola

No sólo jabalíes y facoqueros, también potamoqueros muestran un increíble coraje a la hora defender lo suyo. Se ha observado que en el Parque Nacional de Dzanga-Ndoki, en República Centroafricana, un grupo de ellos (Potamochoerus porcus) se lanzó agresivamente contra una dispositivo que reproducía gruñidos de leopardo... o sea que estos cerdos salvajes ya no sólo crean grupos defensivos estrechos sino que también son capaces de atacar a sus mismos depredadores.
Y en cuanto al hiloquero, es un animal tímido que, como los jabalíes, sólo quiere vivir tranquilo, pero que viéndose amenazado puede llegar a ser muy peligroso, y más todavía con su enorme potencial. Se han visto grupos de hiloqueros ahuyentando leopardos, hienas manchadas y otros animales. A veces se ha dicho, y es cierto, que los leones los cazan, pero hay que pensar que, reunidos en buen número, los leones son grandes depredadores oportunistas que capturan toda clase de presas sin límites (aunque a veces a precio muy alto: sus propias vidas), incluso los hay especializados en abatir elefantes (así, en Parque Nacional de Chobe, en el norte de Botswana, fue observado un grupo de leones que deliberadamente atacaba elefantes dentro de la manada durante la estación seca, inicialmente crías pero cada vez eran más audaces y se atrevieron incluso con hembras adultas de seis toneladas), pero con un buen número de efectivos, y estrategias adecuadas aplicadas a los individuos más débiles, pueden lograr cazar elefantes, búfalos, hipopótamos, rinocerontes, o también hiloqueros.

EL JABALÍ COMO LA BESTIA QUE DA MIEDO
Algunas personas creen que lo más peligroso que les puede pasar en un paseo por el monte es toparse de frente con un jabalí, al que consideran un animal fiero y terrible.
En verdad son rarísimos los casos en los que un jabalí ha llegado a atacar a una persona. Generalmente un encuentro fortuito con el animal se resuelve rápidamente con la huida del jabalí. A mí personalmente me da mucho más miedo toparme en el campo con un gran perro asilvestrado que con un jabalí.
Un macho adulto fotografiado cerca del pantano de Vallvidrera (Collserola)

En general se puede afirmar que es más peligroso sorprenderlo que ser sorprendido por él, pero incluso si lo sorprendemos normalmente no nos atacará.

Situaciones en las que un jabalí puede llegar a ser peligroso:
1/ Sorprender o molestar a una jabalina con sus rayones
2/ Sorprender a un macho adulto en la época de celo (noviembre, diciembre; muchos incidentes con jabalíes ocurren en esos meses)
3/ Sorprender o acosar a un jabalí herido sin posibilidad de huir

Fuera de los casos numerados, la probabilidad de ataque es muy baja.
Frente a un peligro, el jabalí, que es animal listo, prefiere huir antes que atacar, pues sabe que el ataque también puede comportar riesgos (muchas veces innecesarios) para él. Ahora bien: si en su huida, el enemigo (por ejemplo el cazador) le persigue y poco a poco lo va alcanzando, el jabalí pasará de la huida al ataque, y lo hará tan pronto como el perseguidor sobrepase una cierra distancia límite, una línea imaginaria que una vez cruzada provocará el invariable contraataque del animal.

Conclusión:
Al jabalí no hay que tenerle miedo, pero sí debemos mostrarnos siempre cautelosos y prudentes frente a él. Él no nos tiene que ver como una amenaza, entonces nos dejará tranquilos, porque ante todo el jabalí es el primero que desea vivir en paz.