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FACOQUEROS, HILOQUEROS Y POTAMOQUEROS

Glosario
Facóqueros Phacochoerus aethiopicus y Phacochierus africanus - Hiloquero Hylochoerus meinertzhageni - Potamoqueros Potamochoerus porcus y Potamochoerus larvatus

EL FACOQUERO
Ejemplares de Phacochoerus africanus en cautividad

El género Phacochoerus comprende dos especies originarias del África subsahariana que habitan las sabanas y los espacios abiertos, y que en general toleran la aridez mucho más que cualquier otro suido.
Estas dos especies reconocidas son el facoquero común, que es el más extendido, científicamente llamado Phacochoerus africanus (Gmelin, 1788), y el facóquero oriental, llamado Phacochoerus aethiopicus (Pallas, 1766), distribuido por Somalia y norte y centro de Kenia, en sabanas y áreas semidesérticas, razón esta última por la cual a veces se le llama "facoquero del desierto".
Ambas especies tienen hábitos muy similares.
Hembra de Phacochoerus aethiopicus fotografiada en la Reserva del Masai Mara, en Kenia.
Los facoqueros orientales muestran generalmente un pelaje oscuro.
Y aquí Phacochoerus africanus que fotografié en el P.N. Niokolo Koba, en Senegal.

El facoquero es comúnmente llamado "jabalí verrugoso africano" por la presencia de dos pares de protuberancias a cada lado de la cabeza. El primer par de verrugas, que es el más visible, está situado justo a la altura de los ojos y por detrás de éstos, mientras que el otro par aparece sobre los largos colmillos. Las verrugas las tienen tanto el macho como la hembra, aunque son mucho más prominentes en los machos. Esas verrugas son de tejido fibroso (no óseo), son por ello verrugas fibrosas y constituyen una adaptación del animal pues absorven los golpes durante los combates, amortiguando el cráneo. Son bastantes los suidos que presentan verrugas faciales, más o menos desarrolladas, como hiloqueros y también muchos jabalíes (género zoológico Sus) asiáticos.
Otra adaptación evolutiva de los facoceros la encontramos en la posición de los ojos. Si lo observamos, nos damos cuenta que los tienen colocados muy altos y en la parte posterior de la cabeza; se trata de una adaptación del animal impuesta por su necesidad de lograr un amplio control visual justo por encima del nivel de las altas gramíneas de la sabana por las que estas bestias se mueven. La disposición de los ojos también puede tener algo que ver con su corto cuello, que le obliga a agachar la cabeza considerablemente cuando busca alimento, lo que le colocaría en situación vulnerable al no poder divisar entonces el entorno.
Phacochoerus africanus pastando arrodillado, probablemente una respuesta a su corto cuello

Al facóquero común se le reconocen cuatro subespecies diferentes:
P. africanus africanus, en R. D. del Congo, Costa de Marfil, Chad, Etiopía, Ghana, Mauritania, Nigeria, Senegal y Sudan
P. africanus aeliani, en Etiopía y Somalia
P. africanus massaicus, en Kenia y Tanzania
P. africanus sundevallii, en África del sur.

Del facoquero oriental sólo se reconocen dos subespecies, de las cuales la nominal, llamada "jabalí del Cabo", está ya extinguida, y la todavía presente es P. aethiopicus delamerei.

Los facoqueros son animales fuertes, de un peso que va de los 50 a los 100 ó 115 kg, con machos mayores que hembras. El facoquero común es de mayor talla que el facóquero oriental o del desierto.
Todos los facoqueros tienen la cabeza grande, con unas formidables defensas proporcionalmente mayores que las de cualquier otro suido africano. Son omnívoros, comen de todo, y no temen cazar serpientes incluso tan venenosas y peligrosas como la mamba negra o las grandes víboras bufadoras de la sabana y la estepa africanas. Pero se alimentan sobretodo de hierba, raíces y bulbos; a menudo pastan y hozan arrodillados sobre sus patas delanteras. Disponen de un excelente olfato para detectar alimento y a depredadores.
Los facoqueros viven en grupos constituidos por núcleos familiares: el macho, la hembra y las crías (3-6 jabatos), que habitan una madriguera, generalmente una terrera abandonada de cerdo hormiguero, que amplían de acuerdo a sus necesidades.
El facóquero es el suido más común de África, y está presente en casi todos los parques, sobretodo en las áreas de sabana y bosques abiertos, lo que no deja de ser otra notable característica de jabalí verrugoso, que lo aleja de sus parientes, que prefieren las espesuras. Y es que el biotopo del facoquero termina allí donde empieza la selva.

LOS ENEMIGOS DEL FACOQUERO
Por su tamaño, el facoquero aparece como una pieza apetecida por muchos depredadores, pero el suido está dotado de una apreciable intrepidez, solidariamente apoyada por sus aparatosas defensas.
Del guepardo sabe defenderse muy bien poniéndolo en fuga tras una carga tempestuosa. Ante el león, la mejor opción es la huida; a pesar de sus cortas patas, el facoquero es un excelente corredor.

Una leona observa a un facoquero en el Área de Conservación del Ngorongoro, en Tanzania

El peor enemigo del facoquero es el leopardo, con el que puede llegar a mantener enconadas batallas. El felino jamás lo ataca de frente, conocedor del gran peligro de sus temibles colmillos, sino únicamente en emboscada.
Pero el intrépido facoquero resulta verdaderamente inexpugnable cuando, acosado por cualquier depredador, se introduce marcha atrás en las galerías subterráneas que le sirven de cobijo. Así, con las defensas por delante, no hay carnívoro que consiga reducirlo. Mucho más peligrosos que sus impresionantes caninos superiores son los inferiores, los auténticos colmillos, bastante más cortos pero también notoriamente más afilados
Valiente y luchador, el facoquero también dispone sin embargo de otros recursos defensivos, como su considerable velocidad en la carrera así como la estratégica colocación de sus madrigueras, siempre dispuestas a ofrecerle refugio.

En resumen: la vida en la sabana no es nada fácil, y para las criaturas que la habitan cada día constituye una dura prueba de supervivencia que el gran jabalí verrugoso africano supera con una nota muy alta.

Phacochoerus africanus en el zoo de Barcelona

Además de los facoqueros, otros cerdos salvajes completan el interesante grupo de los suidos afrotropicales:

EL HILOQUERO (Hylochoerus meinertzhageni)
Puede sorprender que esta bestia de jabalí, que puede alcanzar un peso corporal de hasta 275 kg (machos adultos de la subespecie nominal), haya pasado desapercibido, en realidad desconocido, para el ser humano hasta una época relativamente reciente, pero lo cierto es que la Ciencia no tuvo conocimiento de su existencia antes del año 1904. Su carácter tímido y retraído, juntamente con su hábitat difícilmente accesible, la impenetrable selva tropical africana, pueden explicar al menos buena parte de este misterio.
El hiloquero, llamado también "cerdo gigante de bosque", es un animal realmente impresionante, no sólo por su tamaño, sino también por su presencia: la longitud de sus defensas (muy grandes, aunque proporcionalmente menores que las del facoquero) y las excrecencias (los machos presentan en la cara grandes hinchazones desnudas) de su enorme cabeza. Su cuerpo, sostenido por robustas extremidades, está cubierto de pelo negro largo, aunque en menor densidad que en los potamoqueros, y sus diminutos ojos son de color pardo anaranjado. El hocico en este cerdo de bosque es realmente grande, con un diámetro de hasta 16 cm.

Se conocen con certeza tres subespecies del hiloquero, todas ellas endémicas de África:
Hylochoerus m. meinertzhageni, en Este de Áfrca (Uganda, Ruanda, Kenya)
Hylochoerus m. rimator, en África Central (de Nigeria a RD de Congo)
Hylochoerus m. ivoriensis, en Oeste de África
Distribución de las tres subespecies de Hylochoerus meinertzhageni

De las tres subespecies reconocidas, únicamente la nominal, o sea H. m. meinertzhagni, puede calificarse realmente de gigante, pues las otras dos, tanto H. m rimator como H. m. ivoriensis, de tamaños similares, son mucho más pequeñas y no superan los 150 kg de peso.
El hiloquero vive tranquilo en la selva, alimentándose de hojas del suelo (su dieta es principalmente fulívora).
Es animal gregario, que forma grupos familiares estables de 2-4 hembras y sus crías, con algún macho alfa; el tamaño del grupo es variable, puede alcanzar los 19 individuos.
Los machos entablan violentos combates para la dominación del grupo. Estos duelos, en los que los adversarios se lanzan directamente el uno contra el otro como las cabras montesas, están poco ritualizados, a diferencia de lo que pasa con los facoqueros, y es posible que en ellos alguno de los oponentes acabe herido o incluso muerto, aunque esto último es raro.
La defensa del grupo recae tanto en hembras como en machos. Frente al leopardo el grupo de hiloqueros puede presentar a veces una defensa audaz y ponerlo en fuga, también frente a otros animales mucho menos peligrosos para ellos como los bongos, que comparten sus mismos biotopos. De todos modos el leopardo (el de selva, más fuerte y poderoso que el de sabana) sigue siendo su principal depredador, seguido del león.

POTAMOQUEROS
Dos especies pertenecientes al género Potamochoerus, endémico de África tropical:
Cerdo rojo de río Potamochoerus porcus
Cerdo de bosque Potamochoerus larvatus.

Ambos se alejan de la línea de los facoquero e hiloqueros, pues mientras aquellos presentan caninos superiores notablemente más largos que los inferiores, en los potamoqueros ocurre al revés: los caninos inferiores (colmillos, navajas, defensas) son más largos que los superiores, en similitud y sintonía con nuestro jabalí Sus scrofa.

Cerdo rojo de río Potamochoerus porcus
Lo llaman "cerdo rojo de río", por su coloración rojiza (más bien anaranjada), es tal vez el suido más brillantemente coloreado. Lo "de río" es por su afinidad con el agua, de hecho el nombre del género zoológico, Potamochoerus, hace justo referencia a eso: potamus significa río y choerus, cerdo. Sin embargo, aunque prefiere estar cerca de arroyos y lagos, el "cerdo rojo de río" también puede encontrarse lejos de los puntos de agua, pues es ante todo un animal muy adaptable.
Potamochoerus porcus es el cerdo salvaje más pequeño de África, con una longitud (cabeza y cuerpo) de 100-145 cm, y un peso corporal de entre 45 y 115 kg, con machos más grandes que hembras.
Según se dijo, presenta una llamativa coloración anaranjada o rojizo- anaranjada, con una línea blanca dorsal; es notable por la contrastada máscara de su cara, los largos bigotes blancos que lo adornan, y los mechones en las orejas.
Distribuido por África ecuatorial, desde Senegal a través de la zona de bosque tropical guineano-congoleña. En cuanto al hábitat, es una especie muy forestal (selvas húmedas frondosas), y en eso nos recuerda al grandioso hiloquero, pero siendo también muy adaptable se le puede encontrar en otros biotopos diferentes como bosques secos o también áreas de cultivo. Nada muy bien, puede cruzar las aguas de un gran río sin problema.
El "cerdo rojo de río" es, como los demás suidos, omnívoro. Come una gran variedad de alimentos, preferentemente raíces, bulbos y frutos, también hongos, invertebrados del suelo, reptiles, huevos, polluelos, y hasta carroña. Puede llegar a causar daños en las áreas de cultivo por sus incursiones para buscar alimentos en ellas, aunque aquí hay que decir que su congénere Potamochoerus larvatus aún causa más daños a los cultivos que él.
El bello potamoquero, aunque puede vivir solo, generalmente se le encuentra en grupos, y por ello se dice que es más bien un animal gregario. Estos grupos son familiares y estables. El tamaño de los grupos es variable, habitualmente entre 4 y 10 individuos; en Nigeria se han observado grupos de 15 individuos.
Los "cerdos rojos de río" son animales de hábitos nocturnos, como sus primos los "cerdos de bosque" (Potamochoerus larvatus), y durante el día se refugian en lugares de mucha frondosidad, con densa vegetación.
No hay duda de que Potamochoerus porcus, como otros muchos cerdos salvajes, es un animal valiente. En el caso del cerdo rojo, los individuos del grupo defenderán activamente sus crías , y cuando se ven amenazados, acorralados o quedan heridos, hay que temerlos: mostrarán un coraje considerable, incluso podrán llegar a atacar vigorosamente a los depredadores (incluido el ser humano). En particular, el ataque al depredador se ha observado en el Parque Nacional Dzanga- Ndoki, en República Centroafricana, donde la reproducción de los sonidos del rugido de un leopardo (depredador por excelencia de los potamoqueros) desencadenó la avalancha agresiva del grupo hacia la fuente de los sonidos. Y no hay que fiarse del escaso tamaño de los colmillos: aunque pequeños y poco visibles, esos colmillos (caninos inferiores) están muy afilados y pueden causar buenos cortes y lacereaciones en sus enemigos.
En los potamoceros en general, la reproducción posee un marcado carácter estacional: la mayoría de los nacimientos ocurren en el final de la estación seca o bien a comienzos de la estación lluviosa. En todos los casos el período de gestación es de unos 120 días. El tamaño de la camada es de unos tres lechoncitos (rango: 1 a 6).
Los potamoceros (o potamoqueros) son cazados por su carne (caza de subsistencia), lo mismo que otros cerdos salvajes (también los hiloceros son cazados por su carne por algunas tribus), si bien se benefician de las varias creencias locales que perviven en muchas partes de sus áreas de distribución, muchas de ellas influenciadas por la expansión del Islam. Ciertamente esta religión otorga una excelente protección a estos animales (los cerdos salvajes) contra la caza en muchos países africanos.

Cerdo de bosque o bushpig (Potamochoerus larvatus)
Pariente del cerdo rojo de río, y hasta no hace demasiado tuempo considerado sólo una subespecie de él, el cerdo de bosque (en inglés bushpig), o "cerdo de matorral" como a veces se le llama, es un poco más grande que su congénere, pero sólo un poco más: su peso corporal oscila entre 50 y 115 kg. Se asemeja al cerdo rojo, excepto porque carece de la máscara distintiva de aquél y porque arriba de sus orejas no tiene pinceles, además que su coloración, aún siendo también brillante, no resulta tan llamativa como la de Potamochoerus porcus; el color de su pelaje es variable, según edad y región geográfica, y ve desde el pardo rojizo hasta el marrón oscuro. Se suele decir de él que equivale en África al jabalí europeo.

Potamochoerus larvatus tiene una amplia distribución geográfica, con varias especies reconocidas. Su área de distribución comprende, además de buena parte de África continental, la isla de Madagascar (subespecies P. l. larvatus y P. l. hova en oeste y este de la isla, respectivamente) así como también las islas Comores (subsp P. l. larvatus); la presencia de potamoceros en estas islas se cree que es introducida.
Lo mismo que su congénere P. porcus, el que ahora nos ocupa es un cerdo salvaje de hábitos nocturnos y dieta omnívora, que realiza frecuentes incursiones en campos cultivados para buscar alimento. Localmente es un animal abundante, y más todavía desde la reducción de su depredador principal, el leopardo, cuyo declive ha significado indudablemente la prosperidad de los potamoqueros, todavía más acrecentada por el hecho de que su caza por el hombre se ve en muchas áreas de África limitada por creencias locales influenciadas por el Islam. Lo mismo que Potamochierus porcus, el bushpig es una especie muy adaptable, que puede incluso beneficiarse de la apertura de antiguas zonas boscosas, generalmente llevadas a cabo para crear áreas de cultivo, pues ello le proporcionará alimentos (los cultivos) y encima le reducirá el número de depredadores naturales.
También como su pariente el "cerdo rojo", la reproducción de esta especie es estacional. La gestación dura unos cuatro meses, y los neonatos (de uno a seis, habitualmente tres) llegan al mundo al final de la estación seca o a comienzos de la estación lluviosa.
El cerdo de bosque es un animal gregario, que desarrolla su vida en grupos familiares estables. En caso de amenaza o peligro, uno del grupo emite un sonoro gruñido tras lo cual los individuos del grupo se dispersarán en diferentes direcciones buscando refugio, para posteriormente reencontrarse una vez ya desaparecido el peligro. Sus colmillos (caninos inferiores) son más bien cortos pero muy afilados, y estas criaturas, cuando están heridas o muy excitadas, pueden resultar peligrosas en extremo. Los lugareños saben que nunca hay que abordar de frente una piara de potamoqueros, ni aventurarse demasiado cerca a ellos por riesgo de sufrir algún severo corte con sus agudos caninos.